Rozaré tu cuerpo con las yemas de mis dedos.
Notaré tus pelos erizarse.
Mientras, de tu boca caerá un beso
y de tu mente un verso de aliento.
Dulce pensamiento mío
que vagas sigiloso por mi mente,
hazme soñar con él.
Dile que deseo su pasión desmesurada.
Dile que lo deseo a él.
Fertiliza el desierto de mi existencia
con las caricias vertidas por su mente
y convierte una parte de mí en oasis;
en reposo de su infinita personalidad inquieta.
Septiembre de 2000.
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